La inteligencia artificial (AI) está generando cambios a todo nivel en el mundo desde la implementación a través de plataformas para generación de imágenes, texto, videos y resolución de cuestionamientos complejos con base en la búsqueda de información y articulación de respuestas coherentes en tiempo real.
Una de las principales empresas desarrolladoras de esta tecnología es Open AI, con Sam Altman a la cabeza; se ha propuesto innovar y expandir su uso a través de la interfaz de chat GPT-4, que cada vez más aprende y se alimenta de toda la información, preguntas, búsquedas y respuestas que genera a todos aquellos que la usan desde su aplicación móvil o de escritorio.
Recientemente, el gobierno de Donald Trump ha manifestado el deseo de convertir a los EE.UU. en la capital mundial de la inteligencia artificial (IA) y las criptomonedas, a través de políticas orientadas a su investigación, aplicación y uso en la economía norteamericana, recibiendo el impulso -por lo menos las empresas de IA- de USD 500 millones para su crecimiento y expansión. Sin embargo, los precios finales y costos de producción, así como el consumo de energía y agua para el funcionamiento de los motores de la IA en EE.UU., se están incrementando a gran velocidad.
Es aquí donde la innovación de China DeepSeek entra en escena. Una herramienta de inteligencia artificial de bajo costo, muy poderosa desde el punto de vista semántico, heurístico y de interpretación y predicción de contenido, que ha sido desarrollada en menor tiempo que Open AI, a menor costo y ha crecido en descargas ampliamente, acompañado por la emisión de una criptomoneda que funge como vía de financiamiento del proyecto.
Econ. Aarón Olmos / Programa Economía Digital
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